Con Psicosis, Hitchcock pervertía los cánones del género de terror y la misma composición clásica del guión. La atrocidad se introducía en la estructura familiar con una historia que dejaba huérfano al espectador a la media hora de proyección. El maestro nos regalaba así una de sus obras más recordadas, creaba iconos para una nueva generación y transformaba sin pretenderlo todo el cine de horror y suspense posterior. Nunca el espectador se ha sentido tan satisfecho de ser manipulado.
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